La noche del pasado 9 de agosto tuve la oportunidad de ver, por primera vez en concierto, a Medina Azahara en la plaza de toros de Fuentes de León, un pequeño pueblo de Extremadura, situado en el suroeste de la comarca de Badajoz.
A las 00:15, bajo el marco idílico de una noche estrellada y con 45 minutos de retraso, comenzó el concierto ante un público menos numeroso de lo que se podía esperar y, también, demasiado tranquilo. Una gran mayoría del mismo se situaba en las gradas de la plaza de toros mientras que el resto se encontraría en la zona baja pero poco animados a ocupar las primeras filas, las cuales estarían medio vacías hasta bastante avanzado el concierto.
A lo largo de las dos horas de directo, los cordobeses realizaron un recorrido por los más de 30 años de su carrera, a través de unos 18 temas, en los que no faltaron los grandes clásicos como ‘Todo tiene su fin’, ‘Necesito respirar’, ‘Paseando por la mezquita’, ‘Abre la puerta’ o ‘El lago’, entre otros.
Manuel Martínez, cantante del grupo, interactuó en numerosas ocasiones con el publico, ya fuera acercando el micrófono hacia los asistentes, presentando las canciones que iban interpretando o dedicando el tema ‘Solos tu y yo’ a las mujeres que asistían al espectáculo.
También otros miembros de la banda tuvieron sus momentos de protagonismo en el concierto. El teclista Manuel Ibañez ,el batería Nacho Santiago y el guitarrista Paco Ventura fueron los encargados de realizar los solos en este directo.
El primero de ellos mostró una gran destreza al teclado al ponerlo de manera vertical para tocar varios acordes. Nacho Santiago tampoco se quedó atrás al mostrar su dominio de la batería, dejándonos claro que el ritmo es algo innato en él y no dudó en vendarse los ojos para realizar una parte de su magnifico solo.
Sin embargo, para mí, quizá lo más sorprendente de la noche fuera el solo de guitarra de Paco Ventura. Y si, digo sorprendente, puesto que no estoy habituada a ver a un músico tocar la guitarra con los dientes y que, con ello, logre ponerme la piel de gallina y me deje anonada ante lo que ven mis ojos. Pocas veces me pueden faltar las palabras para describir un momento como en esta ocasión. Es algo que merece verlo, palabra.
Pero, tal y como demostraron en el escenario, no son solo grandes músicos los que conforman este grupo, también son grandes amigos. A lo largo del directo, hubo tiempo para la complicidad entre los miembros de la banda, la cuál quedó plasmada en varios y divertidos momentos como fue el caso en el que Manuel Escudero, quien realizaba los coros, hizo amago, en un par de ocasiones, de dar con el micrófono al bajista, Juanjo Cobacho, quién entre risas trataba de esquivarlo.
En mi opinión, fue un gran concierto porque, como debe ser todo buen espectáculo, no me dejó indiferente y a lo largo del mismo se alternaron sentimientos como la emoción, la sorpresa, las risas y la volatilidad del tiempo. Considero que toda aquella persona a la que le guste el rock estatal debería ir, por lo menos una vez en su vida, a ver a un grupo mítico de gran recorrido y trayectoria como es el caso de Medina Azahara.
Y si, hacedme caso, no os va a dejar indiferentes, merecerá la pena haber ido y, como me ha ocurrido a mi, os quedaréis con ganas de volver a repetir un concierto como este.
Rocío Díaz – 14 de agosto